jueves, 25 de junio de 2009

Amsterdam


Otra vez lo mismo.

Ian McEwan es un maestro.

Empezás a leerlo despacito... te marea con personajes cuyos datos (y sobre todo personalidades) vamos conociendo lentamente. Sobre cada uno habla como si hubiera vivido esa vida. Es un músico destacado, un director de un periódico, un político. Todo el tiempo, y todo mezclado. Decís, ¿y a dónde va con todo esto? Y sin darte cuenta, te arrojó por un tobogán que no termina hasta el último punto. No podés parar, aunque quieras. Ya no te podés bajar. Y la cabeza te queda aturida después de tanto vértigo.

No creo que me gane la vida como crítico literario así que lo voy a decir más simple: McEwan te agarra del cogote y no te deja respirar aliviado hasta que acabes con él.

sábado, 20 de junio de 2009

La Oma y el Opa y mi viejo

Para mí esos eran sus nombres. Supe cómo se llamaban recién cuando mi abuela murió, hace ya 20 años. Y no fue sino mucho tiempo después cuando empecé a preguntar por su historia. En un trabajo para la facultad me pedían que entrevistara a mi familia, así que allá fui con mi grabador a hablar con mi viejo.
Inmediatamente sentí empatía con mi abuelo Adam. Una mezcla de admiración y tristeza por no haberlo conocido. Esto me volvió a pasar el jueves, diez años después de aquella charla.
Fui a almorzar con mi viejo y quise indagar un poco más en la historia familias, precisar algunas fechas y sobre todo, ver qué estaba haciendo Adam (y también mi viejo) a mi edad.
Con 29 años mi abuelo había llegado a la Argentina, después de pelear en la Gran Guerra, dondea participó de batallas históricas como las de Verdun y Somme, en esas desesperantes luchas cuerpo a cuerpo y trinchera a trinchera.
Entonces, era un inmigrante que huía de las ruinas de la guerra.
Cayó en Comodoro Rivadavia, contratado por una empresa petrolera y allí tuvo a su primera hija, Margot, con Elisabeth Kröner. Elisabeth murió y mi abuelo se volvió a Alemania, dejó a Margot con sus hermanas y se fue a recorrer el mundo. Ciudad del Cabo, donde inició un negocio de minería con su hermano (que murió ahogado en el mar);o Shangai, donde se instaló para vender seda. Finalmente volvió a Alemania y en el 36 le ofrecieron entrar nuevamente al ejército, esta vez con Hitler al mando de las tropas nazis, que se rearmaban para escribir el capítulo más negro de la historia de la humanidad. Dice la leyenda que mi abuelo conoció a Hitler en un mitin en Berlín, que se asustó con su discurso (no voy a decir que era un defensor de la causa judía, pero lejos estaba de comulgar con las ideas del Führer. Así que armó la valija y emprendió la vuelta a estas tierras: ahí, en el buque, conoció a mi abuela, la Oma, o Ana María Egenberger. Mi abuelo ya tenía 41 y ella sólo 30... El era un hombre golpeado y ella una rubia petisita que trabajaba de gobernanta en una casa en San Isidro: se ocupada de la casa y los hijos de una acomodada familia criolla. Esto era común en los tiempos de la Europa empobrecida: las hijas mujeres viajaban a trabajar para mandar dinero a las sus familias hambrientas (y en esa época las familias sí que eran numerosoas: tenía 10 hermanos, al igual que mi abuelo).

Pero claro, Adam no iba a permitir que su mujer trabajara, así que se fueron juntos a Tartagal y luego a Mina Aguilar, en Jujuy, a trabajar en una empresa minera. O sea que mi abuela, a los 30, empezaba de cero ("ella decía que no había tenido historia antes de conocerlo, pero era muy reservada").
Mi abuelo, por otra parte, no tenía ninguna profesión, pero era bueno con los números y una vocación de dibujante que dejó plasmada en un cuadro sobre la guerra. Allí nacieron mi papá y mi tía Wilma.
La historia sigue y ya me extendí bastante más allá de los 30 años: pero me quedó grabada una frase que me dijo mi viejo mientras comíamos. "Tu abuelo decía siempre que había empezado de cero cinco veces en su vida". Murió enfermo de Parkinson y paludismo en Belgrano, donde había abierto un negocio de artículos regionales que aún sobrevive. Mi abuela siguió adelante y hasta ¡se volvió a casar! No era poca cosa para la época. Alí, el verdulero de la cuadra, la conquistó entre frutas y flores.
No sé muy bien a dónde voy con esto, o sí: en este momento, donde surgen tantas dudas sobre mi profesión (y sobre todo dónde ejercerla) y se despiertan otras pasiones, el recuerdo de mi abuelo me da fuerza. También el de mi viejo: a los 30 todavía no había arrancado la carrera de Medicina. Lo hizo tres años después, se recibió, estudió Psiquiatría y hasta hoy es un psicoanalista que no para de trabajar. Antes hizo de todo: desde traductor hasta periodista, y de empledo de una empresa química hasta microemprendedor con una negocio de pulóveres. En el medio además estudió Filosofía en Friburgo, se hizo cargo del negocio cuando mi abuelo enfermó y se casó dos veces (sí, dos veces antes de los 30). Nacieron mis hermanos y tuvo polio.
Tengo dos buenos ejemplos para hacerle caso a lo que dijo mi viejo, mientras el vino se subía a la cabeza y el jazz lo inundaba de felicidad en el restorán de Palermo: "Animáte a soltar".
Gracias Pa, es uno de los mejores consejos que me diste en mi vida.

martes, 16 de junio de 2009

¡Gracias, Don Carlos!

En campaña:
*Felipe Solá canta en Gran cuñado, porque hay que estar ahí, si no, no existís. Si no preguntenle a Stolbizer, la fuerza que más crece en Provincia a pesar de las encuestas pagas, pero no figura en ningún medio. ¿Será porque es gorda y ni siquiera se tiñe de rubio platinado como lo hace Lilita? Tal vez queda muy fea en TV. O tal vez ya esté decidido de antemano que ésta es una elección polarizada entre Kirchner y el pro-peronismo (?!) ¿Se dan cuenta lo grande que es el espectro peronista?

*spot 1
"Don" Carlos les dice a sus empleados, "tudu bom, tudu legal, ahora están en blanco, muchachos". "¡Vamos Don Carlos!" "¡Gracias!", le responden los morochos que hasta ahora no tenían aportes ni cobertura ni nada. O sea que si se caían de la obra que están construyendo no existen, porque no tienen ART ni son empleados de Don Carlos, el buen empresario argentino que tenía que "salvar el boliche" y por eso no cumple la ley desde el 2001.
Ah, la propaganda, que enaltece la figura de este empresario de bien, es de la agencia recaudadora oficial. Sí, del gobierno.

*spot2
Una mujer sentada en el banco de una plaza, de noche, y con su bebé recién nacido en brazos. "Luminarias, cámaras de seguridad..., todo para que él (el bebé, que duerme) pueda seguir soñando". Perdón, tal vez yo no entendí nada pero... ¿alguna madre pensó en ir sola, de noche, con su bebé, a una plaza?
Haciendo Buenos Aires, cierra la propaganda del Gobierno de la Ciudad.

*Radio Continental, programa de Víctor Hugo Morales. Escucho una declaración de Rodríguez Larreta mientras manejo por la Autovía 2: "Que la gente se quede tranquila que nosotros nos vamos a oponer a todo lo que haga el gobierno. Nosotros somos la oposición". Bárbaro, o sea que ser oposición es decir que no a todo, sin leer siquiera el proyecto. La cara de Francisco de Narváez -ese muchacho colorado, el del tatuaje, vos lo conocés, seguro, nació con Menem, es un pollo de Duhalde- aparece una y otra vez al costado de la ruta. Pienso. Ahí tenemos un buen opositor. Quédese tranquilo, señor oyente, este tipo se opone a todo. Este tipo también es pro. Ni falta le hace ir al Congreso: por esa razón, imagino, este millonario tuvo un ausentismo del 73% en cuatro años. Tampoco importa entonces si dice tener un plan y no tiene nada. ¡Total no va a ir!
Cierro el día teniendo que meter un cambio en el diario: la Policía se incautó de 1.000 kilos de marihuana (sí, estoy hablando de fasooooo). ¿Y quién fue hasta Merlo a las 11 de la noche? El gobernador de la provincia, Scioli. ¿Oportunista? noooo. Ah pero... ¿está en campaña? ¡Pero si es gobernador! ¡Pero si el 28 elegimos legisladores, no cargos ejecutivos! Ah, es gobernador pero también candidato a diputado. Perdón, a veces me olvido. Entonces si gana no asume y defrauda al electorado. Perdón, acá me dicen que ahora asumiría y Ballestrini va como gobernado. ¿Pero entonces, la gente que lo eligió para gobernar y no para legislar? ah, acá es lo mismo. Cierto. Perdonen.

*Crítica, edición digital: "Solanas le estaría pisando los talones a Prat Gay", según la encuestadora Equis. Sonrío.

Ojalá. Ojalá los Lozano, los Solanas, ojalá hubiera más candidatos que me entusiasmaran. Ojalá hubiera un tipo que se diga de izquierda y no lo diga bajito. Ojalá en vez de cortar el puente que nos une a la República Oriental del Uruguay pudieramos cruzarlo y ver cómo es posible que gobierne la izquierda. Con un Tabaré (que termina su mandato con el 70% de imagen positiva), o un Mujica. Tal vez podríamos seguir subiendo y llegar a Brasil y ver un poquito de cerca a Lula, un dirigente obrero que llegó a ser gobierno.
Estoy pidiendo mucho me parece. Partidos políticos con ideologías. Políticos con proyectos. Me parece que me quedé dormido y estoy soñanado.

sábado, 6 de junio de 2009

Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos



Y sí, vamos a pedirle prestado a Cortázar uno de los pasajes de Rayuela, su libro preferido, para hablar sobre Ella, sobre los dos.

For the record: nos conocimos en una fiesta de cumpleaños de una amiga suya; yo estaba allí, un tanto (muy) perdido, en una época un tanto (muy) revolucionada de mi vida. Las cosas, sin embargo, parecían empezar a acomodarse: me había mudado a mi nuevo hogar, después de 7 años en Laprida. Arrancaba en un nueva sección dentro del diario, después de 6 años recorriendo el Conurbano de los Zonales. Estaba solo desde hacía un año y pensaba que iba a ser difícil encontrar a alguien como Ella.

Ansioso, llegué a la fiesta en Ambient House y tomé un poco de más para sentirme suelto: no era, repito, mi mejor momento. La cumpleañera tenía una amiga para presentarme. Pero no era lo que yo quería. Recorrí ese primer piso de la calle Güemes un poco mareado, alardeando de una seguridad que no tenía. Y ahí la vi, sentada en un silloncito de esos cuadrados y para una sola persona. Parecía no haber lugar para otro allí. La miré intensamente, resulté un poco intimidante quizás. No podía correr la vista, estaba, como se decían una generación atrás, "flechado" por su delicada gestualidad, las piernas cruzadas hacia su izquierda, un vestido negro, sus rulos rubios y los ojos bien abiertos, azules, soñadores. Y me miraban a mí. No le dije nada, me pasa cuando quiero mucho algo: miro, deseo, pero puede escapárseme. Además, me sentía responsable por entretener a mi cita (¿o será que me escudé en eso porque no me animaba a pasar de la fantasía a la realidad?). La fiesta seguía pero yo me fui a casa, con la certeza de que no la volvería a ver.

Pasó un tiempo. Llegó el Día del Periodista: un 7 de junio de 2007. Pasadas las 12 de la noche, así que ya era ocho. Estaba con Ramiro en casa, tomando unas cervezas antes de ir para una fiesta en San Telmo. Esperábamos a Agustina, su novia (la chica del cumpleaños). Llegó, y no estaba sola. Cuando abrí la puerta estaba Ella, más hermosa que la primera vez. El corazón se me salía de la boca. No tenía idea de que eran amigas. Así que me puse en mi mejor rol de anfitrión, Ella se sentó por primera vez en el futón verde del living, bien en la puntita, como queriendo pero no tanto. Con reservas. Lo agarré a Rami y lo llevé del brazo para el balcón. "Boludo, es ella. A esta mina la vi en la fiesta de Agustina y me encantó. ¡¿Por qué no me dijiste que eran amigas?! Es hermosa, me encanta". Claro, cómo iba a saber él que me gustaba si nunca le había dicho nada.

Volvimos al living, estaba excitado, y traté de que no se notara tanto. Igual se notó. Mucho.

Partimos para Urania Giesso, bailamos un poco, otro poco bebimos. Ella estaba esperando mi avanzada. Yo me sentía un poco oxidado para hacerlo con naturalidad. Pero me salió un "¿vamos a tomar una cerveza a la barra?", mostrando mis intactas dotes de galán. Ella se apiadó de mi falta de lucidez y me dijo que sí, que ella no iba a tomar nada, pero que me acompañaba. Puf, el primer paso estaba dado.

Y se desató algo que no esperaba. Empezamos a hablar de todo, no había silencios incómodos, no había nada incómodo. Nos entendíamos, nos reíamos, nos estábamos empezando a gustar. A ella le llevó un poco más que a mí, me confesaría después. Lo mío fue al galope. No podía frenarme.

Nos sentamos en un sillón rojo y todo lo que estaba alrededor, menos la música, desapareció. Fue así, como en las películas. Al rato nuestros amigos --se habían sumado Yani y Yabi, como para hacer el combo perfecto-- nos dijeron que se iban. Así que nos fuimos todos. Dejé a cada uno en su casa y, por supuesto, tenía clarísimo que a Ella la retendría un rato más. Vivía a tres cuadras de casa así que era la última parada: el plan perfecto. Ella había estudiado en la misma facultad que yo, vivíamos casi a la vuelta, los dos trabajabamos como periodistas y sin embargo no nos habíamos cruzado nunca: si eso no es el destino... En mi fiesta azul, estacionados frente a su casita de Chenaut, seguimos charlando un buen rato más. Yo estaba tan emocionado -sentía que había algo especial-, que no quise cortar el momento con un beso. Estaba seguro, segurísimo, de que nos íbamos a volver a ver. Hablamos de su tésis y eso me dio el pie para el segundo encuentro. "Si querés uno de estos días que te cueste ponerte a escribirla, llamame y tomamos unos mates". Otra frase para que anoten quienes quieren levantarse una mina: el copyright no se los cobro. Nos vimos, claro, no para tomar mate. Yo seguía con unos cuantos problemitas de ansiedad y el hecho de presentir que había llegado el gran amor no ayudó mucho: simplemente me cagué en las patas y no la llamé. Pasaron unos días. Sentado en el vestuario del club, después de nadar, agarro el teléfono y veo una llamada perdida. Era Ella. Listo, tenía que olvidarme de la rosca y los miedos. Hablamos y quedamos en vernos. Pero esa noche acordada se frustró por mis temores. ¿Les dije que no estaba pasando un bueno momento, no? Ok, sepan entender. Y por sobre todo, ¡y por suerte!, Ella supo comprender. O adivinar, porque yo no mostraba mis debilidades.

Nos vimos en un bar, otra fiesta. Otra vez yo llegando nervioso, era una persona hecha nudo. Pero con solo hablar, escuchar su voz, sentir eso especial que había sentido la primera vez, alcanzó. A veces lo único que se necesita es un poco de ayuda. Y coraje. Así que nos sentamos en otro sillón, recordamos que nos entendíamos bien, que nos seguíamos gustando, y nos fuimos juntos. En otra de mis geniales salidas le dije "vamos a tomar algo a otro lugar". Lo cierto es que yo quería llevarla a mi casa, o a la suya. Lo que sea, pero no quería más bares ni gente ni nada que no fuéramos nosotros dos. Tenía la esperanza de conquistarla si lograba algo de intimidad. La llevé a un bar que sabía iba a estar cerrado, cerca de su casa. je. Ahí sí que me lucí. Entonces ella tiró un ¿vamos a mi casa?. O tal vez se le pregunté yo. Había muchos discos lindos, libritos, una cama de madera antigua, unas cuantas mariposas, una gata y una guitarra. Si ella lo propuso o fui yo, ya no importaba.

Agarré la guitarra y le ofrecí lo mejor que tenía de mi limitado repertorio. Con Spinetta creo que di en el clavo. Ya estábamos sentados en la cama. Ya le estaba diciendo "muero de ganas por darte un beso pero no me animo", Ella ya se acercaba y corría la guitarra del medio y nosotros ya nos estábamos besando.

Hace dos años empezabamos a amarnos. Ella me curó las heridas, como prometió mientras caminábamos una noche de invierno. Eso hizo, y mucho más. Por eso, y por todo lo hermoso que voy descubriendo de esa mujer cada día, yo me enamoro una y otra vez de Ella, como la primera vez que la vi, hace dos años .

"...convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas."

martes, 2 de junio de 2009

qué es lo importante?

Lo importante es arreglar las veredas de Palermo "Hollywood". Qué bueno tener un jefe de Gobierno que está en los grandes temas: agrandar las veredas en las esquinas para que bares y restoranes tengan más lugar donde poner sus mesas (invadiendo el espacio público, claro está). ¿Puede alguien tener los valores tan cambiados, las prioridades tan erradas, como para hacer esto y luego decir qe no hay plata para los maestros? Claro que puede, es Mauricio Macri, hijo de un "empresario" que se llenó de plata haciendo negocios con el Estado. Es Mauri, el que hasta poco antes de saltar a la arena política sólo leía la sección Deportes de los diarios. Es el mismo tipo que habla con términos empresariales cuando se refiere a la adminstración pública.
Ah, y no olviden el hermoso puente que construyó en Palermo, para que nosotros, "los vecinos" vayamos a caminar por Palermo felices y contentos.