martes, 31 de agosto de 2010

27.

Por esa sospecha que tenías de chiquito, de que todos éramos el sueño de un gigante, y temías que un día se despertara. Esa teoría es la más plausible que haya sacado la ciencia hasta la fecha, y a mí me llena de ternura.

lunes, 30 de agosto de 2010


Falta menos de una semana y todo se acelera. También veo las cosas con más claridad. Veo quienes están ahí, ayudando como siempre, al lado de uno en los momentos importantes (los amigos todos; Rami con toda su onda y dedicación se merece una medalla!) y el costado de la familia que se pone las pilas (y mucho). El otro costado se mira el ombligo, se preocupa por sus nervios, sus mambos, y dejan en el camino que el que está dando un paso importante soy yo. NO es una sorpresa, siempre ha sido así. Con el tiempo aprendí que son limitaciones, que no están especialmente dirigidas contra uno. Yo lo llamo "emocionalmente limitados" o el más sencillo "egoístas". Duele un poco, pero más que nada rompe los quinotos, porque a esta altura, ya nos conocemos todos muy bien. Ellos sufren la peor parte, y no me sirve de consuelo.
Por estos días pasaron cosas importantes (para mí, claro!) Cumplí 32 y recibí mucho cariño. Muchísimo. Ceci me esperó con comidita y una torta lemmon pie que se ganó el primer puesto en el ranking de postres! Y me regaló un perfume muy rico que ahora me acabo de poner para irme al trabajo.
También pasó el 29 de agosto. La fecha en que murió mi hermano Sebastián. La noche anterior, el cielo se puso violeta y empezó a soplar muy fuerte el vieno. Yo estaba con amigos y sentía una pesadez que no podía explicar. El domingo amaneció uno de los días más brillantes que recuerde. Me puse triste, pero luego pensé que Sebas, una de las personas más alegres que conocí, me estaba regalando ese día, para que no me preocupara, para que pudiera arrancar esta semana que queda antes de casarme, con una sonrisa.
Ceci me preguntó si quería ir a Chacarita. No, a Sebas lo siento siempre a mi lado y me alcanza, y ahora que pude hacer el duelo, no me da más culpa vivir mi vida. Sé, porque era una persona muy especial, que debe estar bailando y brindando por mí. Y también va a estar invitado a mi casamiento (si no, seguro que entraría de colado) para brindar conmigo, con Ceci y con mi hermanita.