viernes, 27 de marzo de 2009

Everything in its right place

He leído críticas y comentarios varios del recital que Radiohead acaba de brindar en Buenos Aires.
Todas coinciden en que el show fue excelente: sonido, puesta, luces, banda, todo. Algunos como mi colega Pablo Shanton se esmeran en encontrar similitudes y diferencias con el resto de las bandas de este mundo. La verdad, no entiendo el porqué de este vicio de los críticos de rock. La historia hace al presente, Radiohead tendrá sus influencias. Pero cuando la crítica se centra casi exclusivamente en comparar la cosa se vuelve tediosa. Vale porque aporta data, es una mirada y aporta algo. Pero no te cuenta qué sucedió el martes a la noche: y ese, me dijeron, es el abc del periodismo: ir, ver, volver, contar.
Ahora, ¿cómo explicar la experiencia vivida? Es posible? Por lo menos hay que intentarlo. Y tal vez, como a un toro salvaje, haga falta darle varias estocadas hasta dominarlo. Y aún así te puede clavar el cuerno y dejarte de culo en medio de la arena.
Primero, un pedido: por favor nadie deje de darle una oportunidad a Radiohead. Escuchen The bends, In Rainbows, Amnesiac, Ok Computer. Un rato, después lo borran de su playlist si no va.
Yo (y acá es importante aclarar: todo lo que se escriba en este blog carece de toda objetividad y nace de lo que un sujeto piensa o siente; ya me explayaré sobre el tema). Decía: yo no creo que haya surgido en los úlltimos 15 años otra banda de su talla. No es comparable con U2 (por favor Clarín dejemos de bajar todo para que lo entienda Doña Rosa: "Radiohead ¿los nuevos U2?" tituló el matutino el día del show. aaaaghhhhh!!!); ni mucho menos con los ambiciosos y tibios Coldplay y Keane.
Esta es una banda en crecimiento constante, en evolución, en erupción; que hace discos "introspectivos" y "oscuros", pero que puede transmitir en vivo todo eso que está grabado, y mucho más. No son ratas de laboratorios (aunque Thom Yorke se les parezca un poco). Son cinco tipos que arrancaron con un Pablo Honey asolescente y visceral (Anyone can play guitar, Creep), dieron 15 pasos adelante con The Bends (mi preferido) y después metieron en la cima que alcanzan unos pocos Ok Computer. Kid A, experimentación pura, inquietante pero todavía indefinido; Amnesiac, ya en camino a In Raimbows; Heil to the Thief (tal vez no le presté suficiente atención o no lográ despertámela). Y por fin, In Raimbows. No sólo canciones, una obra completa, de esas que hay que escuchar de cabo a rabo. Una matriz común que me recuerda a Pink Floyd (perdón Shanton).
Yo me sentí hipnotizado, una amiga dijo que simplemente estaba "viajando" (y les aseguro no toma ni una cerveza). Ceci y yo nos agarrábamos las manos, nos apretábamos, abrazábamos, gritabamos de la emoción: había que sacar de algún modo todo eso que hacía ebullición adentro. Ahora pienso en esas imágenes en blanco y negro de chicas desmayándose al escuchar a Los Beatles. Histeria pensaba antes: no, tal vez uno simplemente se derrumba ante la evidencia de que estás escuchando y viendo la expresión más acabada de lo que llamamos Rock/Pop.
In Rainbows en vivo parece sacarte de este mundo: no es música de esta Tierra. Están trayendo otro planeta, inventado, y te lo bajan a un escenario como diciendo "esto existe, lo hacemos nosotros". Lo veo pero todavía no termino de creerlo. Tendría que verlos 10, 100 veces más para humanizarlos.
Puede que todavía esté en estado de emoción violenta aún cuatro o cinco días después del show. Léase esto con esa salvedad: hoy podría escuchar Radiohead durante meses, años, sin necesidad de otra música. Me volvería loco, por supuesto. Por eso no lo voy a hacer. (¿Cómo explico acá que me encanta la Murga Uruguaya?).
Esto se pasa claro, y después recordamos todos los grupos y canciones que también nos hacen vibrar. Volvemos a poner un disco de los Beatles, sintonizamos la radio, un poco de esto y otro poco de aquello.
Pero confieso que todavía no logro salir de ese arco iris, y me resisto a pensar que ya pasó, que ya está. Que tal vez nunca más. Y tener la sensación de que este recital difícilmente pueda ser superado por cualquier otro por venir.
El martes a la noche, todo parecía estar en su lugar, y aunque podamos jugar con Yorke a que "esto no está pasando, no estoy aquí", todo eso pasó, aquí, y va a quedar por siempre resonando en algún lugar de nuestra memoria emotiva. Donde vamos cargando las cosas que no queremos perder.

4 comentarios:

ceci a. dijo...

Los temas que menos conocía lograron sacudirme. Lo mejor -aunque me perdiera los juegos de luces- era cerrar los ojos. Entonces la voz de Yorke era un instrumento más, creado para fusionarse con esa música.
No te preocupes Pablo Honey: va a haber más.

Anónimo dijo...

Parece que te gustó el show, a mí me rompió la cabeza!!!!!!!!!!!!!
Saludos

César "el paragua"

Pablo Hacker dijo...

César! qué alegría que hayas entrado al blog. Sí, como verás el show me mató. Lejos, lo mejor que vi. Qué bueno que hayas estado ahí che, no había que perdese esa noche.

Fero Soriano dijo...

Un día Schanton también dijo que Spinetta era el "Lennon y Caetano Veloso argentino". El otro día con lo de U2 y Radiohead volvió a mi memoria, para mi dolor de huevos.

Bien por el blog!!!! Seguiré pasando.
abrazo, fero